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Manuel Arroyo-Stephens España | 1945-2020 | |
Editor y escritor español nacido en Bilbao. Durante mucho tiempo usaba el papel sobrante de las guardas de los libros que editaba para publicar sus textos, en tiradas cortas de apenas 15 o 20 ejemplares y como anónimos. Tardó más de seis décadas en decidirse a publicar un libro de relatos en España y cuando finalmente lo hizo, en la contracubierta de Pisando ceniza, era definido como "abogado y economista por formación, librero y editor por empeño". La intensa vida de Manuel Arroyo-Stephens, incluye la apertura de la legendaria librería Turner en Madrid y de Turner English Bookshop, el rescate de joyas bibliográficas arrumbadas, la introducción de libros prohibidos en la España franquista en la editorial que fundó con el mismo nombre que sus tiendas, e incluso otra aventura en el mundo musical, como redescubridor, en el México de los años noventa, de la cantante Chavela Vargas, a quien trajo a Madrid y ayudó a grabar un nuevo disco. Autor de un primer y provocador libro, Contra los franceses, que decidió no firmar, con esa actitud entre el juego y el dandismo que tan bien sabía Arroyo-Stephens adoptar. En 2015 sacó el libro de relatos Pisando ceniza, en los que la ficción y la autobiografía se entrecruzaban; y en 2019 reunió varios de sus escritos y cuentos con la fiesta de los toros de fondo en La muerte del espontáneo. Hasta sus últimos días Arroyo-Stephens estuvo trabajando en un último libro con su editora de cabecera, Pilar Álvarez, con perfiles de algunos de los personajes que se cruzaron en su camino. Él, como editor, hizo una última incursión en el oficio apenas cinco años antes de su muerte en Sobre la nada y otros escritos, al reunir varios ensayos de su amigo, el poeta Mark Strand, a quien trató con frecuencia en Madrid y al que llevaba a comer al clásico Salvador. En los años setenta, Arroyo-Stephens publicó en el sello Turner La forja de un rebelde, de Arturo Barea, y toda la obra del escritor y editor José Bergamín, con quien le unió una estrecha amistad, quizá lo más cercano que tuvo a un auténtico maestro. Como el autor de Las ideas liebres: aforística y epigramática, Arroyo-Stephens no solo no temía, sino que a menudo disfrutaba yendo a contracorriente, tomando un camino distinto, abriendo siempre la mirada más allá de España. Pasó muchos años a caballo entre Madrid y México, y tras alejarse del sello editorial que fundó en los setenta, repartió su tiempo entre Madrid y Berlín. Adoraba viajar y quedarse en distinguidos hoteles, la música clásica, las rancheras, la poesía, el tequila, los toros. Sus ideas, su elegante y seductor estilo, su sentido del humor, capacidad de descarte y sensibilidad para apreciar el arte, hicieron de él un gran heterodoxo de la cultura española, que por principio despreciaba el nacionalismo patrio. Además, evitaba y desconfiaba del foco y la fama. © Andrea Aguilar
Textos:
Pisando ceniza (fragmento)
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